domingo, 25 de abril de 2010

Definitivamente, no

La útlima vez que salí con mi short "Confecciones Mariana"(mi roommate está en el mundo de la moda, con lo cual es muy fácil crear outfits de un momento a otro; éste era un pantalón en su época dorada) me fue verdaderamente muy mal.

Era el cumpleaños de una amiga y nos invitó a un bar junto con otra gente, luego de un confuso episodio terminamos siendo echados del club al que vamos siempre. Esto fue hace más de un mes, consecuentemente creímos que era momento oportuno de salir. Aunque a esta altura del mes el presupuesto es muy ajustado, buscamos la manera de salir realizando un acuerdo.

Mi roomie vendría a cenar conmigo y otro amigo si al día siguiente la acompañábamos a una fiesta, lo cual me pareció justo; de esa manera nos asegurábamos actividad interesante por dos días sin preocuparnos mucho por nuestro bolsillo, ya que dividiríamos gastos de taxis que generalmente es en lo que más gastamos.

El dress code de la fiesta era "rosa y negro", instantáneamente quise tomar revancha por aquella última salida y decidí ponerme nuevamente el short negro, pero esta vez, como ya hace frío, podría usarlo con su perfecto complemento según Givenchy: medias negras. Para completar el outfit y respetar el motivo de la fiesta, usaría una remera rosa junto con un tapado negro que daría inicio a la temporada Otoño Invierno 2010.

Como siempre, la previa en casa es lo mejor, bailamos, cantamos; es nuestro momento de gloria. Tenemos un repertorio considerablemente amplio que va desde baladas hasta opera, obviamente haciendo hincapié en el pop; no pueden faltar coreos como “Single Ladies” o “Bad Romance”. Pasadas las 2 am decidimos partir hacia el club, un poco pasados de copas tomamos un taxi y nos dirigimos hacia allí. Mi amigo comenzó a sentirse mal, se durmió en el taxi y creo que eso fue lo peor que podría haber hecho. Al llegar al boliche vomitó en el baño y no se recuperó mas.

Quiero aclarar el punto al cual quiero llegar no tiene nada que ver con el hecho de que me hayan cagado la noche, porque realmente no lo sentí así. Solo pensaba "cada vez que me pongo este short de mierda pasa algo”. ¡Es que me queda tan lindo!

¿Qué hago? Estuve pensando seriamente en dejarlo en Buenos Aires el día que parta hacia Barcelona.



jueves, 15 de abril de 2010

A mi la lluvia no me inspira

Me quedan unos pocos meses de trabajo, cuatro para ser exactos.

Si no fuera porque tengo un plan de ahorro meticulosamente calculado me iría ya.

Volví de mis vacaciones y no logro aclimatarme.

Los días se me hacen cada vez más largos, tengo mil cosas para hacer pero todo me cuesta el doble. La presión de dejar todo en orden para el que viene me pone de mal humor, ¡como si a mí me hubieran entregado el puesto en orden!….Tuve que aprender todo por mi cuenta y me las ingenié solito para atender las demandas de mi Señora Jefa.

Estoy de mal humor, tengo frío pero no quiero prender el aire caliente, hasta hace unos días teníamos el aire acondicionado prendido… ¿es que no hay punto intermedio? No quiero ver una factura de luz con un importe inexplicablemente alto y que eso conlleve a otro cruce con mi Señora Jefa.

Tengo hambre, almorcé un yogurt, una banana y un caldito instantáneo. Me tome cinco te y tres café. Ya no se qué hacer, en dos horas estaré en casa desesperado por cenar.

Me queda todavía soportar el olor a persona húmeda dentro del colectivo que verdaderamente me descompone.

Hay que ser positivo, hay que ser positivo, hay que ser positivo. Listo.

No todo es tan malo, es solo un día más (o menos) en el trabajo potenciado por la lluvia.

jueves, 8 de abril de 2010

Insert Coin

Es muy conocido en la Ciudad de Buenos Aires el problema con las monedas. Para todo las necesitas, nunca nadie tiene cambio y son contadas con los dedos de una mano las líneas de buses que tienen sistema de boleto electrónico. Por supuesto las líneas que yo suelo tomar, no.

El tema de conseguir monedas es todo un trabajo mental, tenés que estar pensando qué comprar con cuánto pagar y calcular a su vez cuánto te darían de vuelto y si con eso llegás a completar $1.20 (solo un viaje). Por lo cual la misma odisea se repite al pensar en la vuelta.

Cuando volví de Barcelona y me instalé en Buenos Aires, tuve que adaptarme a realidades muy diferentes que hasta ese momento ignoraba. Inocentemente me acerqué un día a un puesto de diarios y le pregunte al Sr. Diariero si me cambiaba monedas, a lo cual agresivamente me contestó:

D-“¿Pero vos sos o te hacés?”

Yo-“¿Por?” Respondí con cara de ingenuo.

D-“¡Las monedas las compro, no te puedo cambiar!” retrucó.

Yo-“¿Qué? ¿Las comprás? Dale, cambiame”.

D-“Andate de acá pelotudo de mierda, rajá.”

Me quedé perplejo, no sabía qué hacer, tenía una mezcla de indignación con ganas de llorar, y una cierta ira la cual me hacía pensar que tenía que romperle el puestito de diarios a patadas.

¿Por qué tanta agresividad?

Por un momento pensé, no puedo estar sintiéndome como una hormiga en una ciudad, no soy así; levante la frente y seguí, por supuesto tuve que meterme en un kiosko y analizar precios para calcular vuelto y así obtener las preciadas monedas.

Desde ese día nunca más me quede sin monedas, tengo una latita donde las voy guardando y voy sacando todos los días para el viaje.

miércoles, 7 de abril de 2010

The Final Countdown

Soy de Buenos Aires, pero puedo parecer por la manera de hablar, mendocino, español, venezolano o simplemente una abuela.

Hace exactamente 3 años y 148 días tomé la decisión de partir hacia el viejo mundo en busca de nuevas experiencias o por lo menos salir de la monotonía en la cual creía estaba sumergido. Hace un año y 299 días volví y me encuentro planificando nuevamente mi vuelta hacia Barcelona.

¿Qué loco no? Todo ese tiempo ahorrando y pensando en ir y volver. Necesito planificar un futuro, encontrar un lugar donde sentirme cómodo, planear mi vida, estudiar.

Los años pasan y uno comienza a plantearse otras cuestiones. Alguna vez me fui de forma inconciente a Londres sin conocer a nadie, llegué a Barcelona con 20 euros y fui estatua viviente por un día para ganar algunos eurillos. Afortunadamente mi inconciencia e impulsividad me han jugado una buena pasada y me han brindado buenas oportunidades laborales por lo cual puedo ofrecer un currículum bastante completo.

Me quedan 152 días para partir definitivamente, esta vez lo lograré. La tercera es la vencida.